La propuesta incorpora la Catedral como pieza histórica de extraordinaria importancia, pero también como elemento capaz de generar "energías" urbanas, al resto de la ciudad. El vacío generado como consecuencia de la supresión de elementos distorsionantes -fundamentalmente todos los referidos al tráfico actual- se ve ocupado por un pavimento continuo repleto de contrapuntos y referencias a la Catedral. Las antiguas losas que cubrían las tumbas en el interior del templo se dispersan en formas de superficies de luz y fundición que navegan libremente en medio de un "mar" de granito que invade toda la superficie y que permite el uso totalmente peatonal de la plaza.
Los edificios, fundamentalmente la Catedral, poder religioso, y el Ayuntamiento, poder civil, destacan sobre la "peana" urbana sólida e intemporal. El proyecto propone igualmente pequeñas construcciones que dan respuesta a problemas concretos así como tratamientos espaciales para algunas zonas y espacios que dentro de la unidad del conjunto deben de ser, no obstante, objeto de tratamiento específico.
En este sentido el tranvía, como nuevo instrumento público de tráfico, silencioso y económico, adquiere una importancia fundamental que se manifiesta en el tratamiento del pavimento así como en el valor escenográfico que adquiere: nueva tecnología limpia para un espacio histórico. Y el espacio existente entre el ábside de la catedral y la torre, o el paseo repleto de árboles que discurre en el lado sur ven intensificado a partir del nuevo diseño su carácter de "jardines de la catedral", de lugares privados de estar, sin que se pierda por ello la unidad del conjunto. El adoquín de madera y las variaciones del pavimento de granito ilustran esta realidad.
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